El GUSANO QUE QUISO SER MARIPOSA
Esta historia, se inicia una bella
tarde de primavera. El viento, cálido, susurraba entre las hojas de los arboles
su invisible melodía. Las nubes se
desplazan en el firmamento. El sol agonizante emite sus rayos violetas,
negándose a morir. El crepúsculo, sinuoso, reclama el lugar que por acuerdo
tácito debe cumplirse.
Las aves se desplazan presurosas, en grupos,
formando figuras en forma de V. Con
permanentes y repentinos cambios, pasan
de la retaguardia a ocupar la vanguardia; en forma ordenada, participativa, cada una
presta su esfuerzo, sin egoísmos, en busca del bien común y en cumplimiento del
tácito acuerdo.
Mientras esto ocurre en los cielos; en la
tierra otro drama se desenvuelve. En la rama de un viejo matarraton, un último
rayo de sol alcanza a iluminar una hoja, la cual emite un extraño destello. Un
huevecillo comienza a moverse, es la causa del destello.
El huevecillo, como manipulado por una mano
invisible, se resquebraja, asoman a la superficie dos pequeñas antenitas,
seguidas de un lineal y segmentado cuerpecito. La cabecita gira hacia un lado y
hacia el otro. Acaba de nacer, pero su instinto, desarrollado durante muchos
años de diversas vidas anteriores, le previenen, le advierten, debe tener
prudencia. Su instinto de conservación prevalece, y el gusanito regresa a su
seguro sitio original. Movimiento oportuno, pués en ese momento, un pajarillo,
que busca alimento, pierde su cena.
En
la seguridad de su guarida original, piensa…, salir a este mundo exterior no le
brinda confianza, prevé peligros permanentes a su alrededor, pero una fuerza
superior a su instinto de conservación lo impele a salir de su refugio, lo
empuja; debe cumplir la misión por la que fue puesto en este mundo, al que apenas ha logrado olfatear y ya siente
tenebroso.
Debe
salir, tiene que salir. Su cuerpecillo es una frágil y débil figurilla, alargada, necesita
imperativamente alimentarse; ya no cuenta con el alimento que generosamente le
brindó en su oportunidad el abandonado cascaron.
Su instinto lo lleva a buscar la punta de las
ramas, donde encontrará las hojas tiernas, recién nacidas de los cogollos.
Desplazarse a ese sitio le exige un esfuerzo descomunal; a pesar de la corta
distancia, para él parecen kilómetros.
Días
después, el pequeño e indefenso gusanito pasa a
convertirse en un Gusano: grande, gordo, con vistosos y brillantes
colores, largas antenas, ojos redondos y vivaces y una voracidad sin límites.
Su nuevo escondite o vivienda es una ancha hoja, la cual ha fruncido con
filamentos de seda, hábilmente entrelazados. Una mañana, mientras disfrutaba las
delicias de las hojas tiernas que abundantemente su árbol le proporcionaba, un viento inesperado sacude
su árbol con una violencia inusual, el pobre Gusano trata de aferrarse con
patas y boca, pero al final pudo más la fuerza del sorpresivo viento, arrastrándolo, cual hoja seca, sin ruta ni
destino. Su “vuelo” terminó finalmente sobre un verde césped.
Mira
a su alrededor, está desorientado, su corazón palpita mil veces su ritmo
normal, su cuerpo expide un olor extraño hasta entonces desconocido. Se
producen reacciones químicas en su interior. Su pigmentación cambia de
colores en diversos tonos.
Una tierrerita se posa en la hierba, y como atraída
por un imán prodigioso descubre al Gusano, que trata desesperadamente confundirse con el verdor del suelo tratando
de minimizar su presencia. De inmediato lo atrapa, lo lleva en su pico para
alimentar dos hambrientos polluelos, que
en un nido cercano esperan impacientes.
Su
cuerpo se contrae, atrapado en las tenazas del ave. El extraño olor aumenta en
intensidad, un efluvio, gelatinoso y maloliente, recubre su cuerpo y
alcanza la lengua de la paloma, obligándola a soltar su presa, llena de
repugnancia.
Nuevamente a volar, ahora en caída libre, su
muerte parece segura, sin embargo, no se
resigna, no se entrega, lucha, estira al máximo su maltratado cuerpo, tratando
de planear.
Del alto
promontorio salen pequeños insectos. Estos lo miran, inicialmente con
curiosidad, mezcla de perplejidad y sorpresa; mueven sus antenitas, en aparente
confusión. Intempestivamente, se lanzan sobre él, quien los mira acercarse en
forma agresiva. Vienen en círculos que cada vez se estrecha más. Sus mecanismos
de defensa nuevamente entran en acción: Sosteniéndose en sus dos patitas
traseras y las dos delanteras, encoge su cuerpo hasta formar un arco, para
verse más grande, tratando de impresionar. Esta estratagema no surte efecto
ante un enemigo que considera su territorio invadido. Su número aumenta, salen
de todas partes, y se siguen acercando amenazadores. El Gusano junta sus
patitas traseras con las delanteras,
formando ahora un círculo,
convierte su invertebrado cuerpo
en una rueda, y con un impulso convulsivo se desliza velozmente por la
pendiente ladera del promontorio. Unas piedras alineadas a lo largo de una
hondonada, en cuyo centro se desplaza una suave corriente de agua, detienen su
vertiginosa caída.
Bajo la sombra
de una roca recobra el aliento, mira su destrozado cuerpo, que sangra
por múltiples magulladuras por efecto de las caídas
y su agitada fuga.
Levanta la mirada, observa una línea negra,
delgada, la cual lleva en su punta una especie de garfio. Retrocede
aterrorizado, ante el peligro inminente, contrae y expande su cuerpo en forma
rítmica, tratando de alejarse lo más rápido que sus pequeños miembros le
permiten. Pero el garfio, cada vez, está más cerca. No hay alternativa. El fin
ha llegado. El gusano que soñó en ser mariposa, cierra sus ojos y espera el
cumplimiento de lo inevitable. Dentro de unos instantes se convierte en la
comida de ese peligroso garfio. Todo ha terminado.
Un extraño aleteo distrajo al escorpión, y
permitió al Gusano seguir con vida. Un sonido susurrante, bajó, amplificado por
el costado de las rocas. El Escorpión en forma apresurada, baja el aguijón,
y procede a esconderse
entre los vericuetos del terreno.
Un día más ha pasado. El Gusano, a pesar de
estar rodeado de espesa vegetación, saciar su incontrolable apetito, y restablecer
su maltrecho cuerpo, se encuentra inquieto. Cualquiera de aquellos árboles o arbustos, podían servirle para su
nueva residencia; donde tejería el capullo que lo mantendrá encerrado durante el tiempo previamente establecido por la
naturaleza, dejar su cuerpo de crisálida y poder cumplir con su sueño y
objetivo final: ¡¡SER UNA BELLA Y FLAMANTE MARIPOSA!!.
Sin
embargo, entre tanta vegetación, el Gusano se siente solo, triste, las hojas no saben igual. Siente el
llamado de su origen. Añora “su árbol”, sentir la seguridad que le Inspiraba,
ser parte de él, recobrar el sentido de
pertenencia. Ahora, nada es igual.
Pero
el instinto llama, y las etapas deben cumplirse. Su cuerpo comienza a
desarrollarse en forma extraña. Gruesos y largos pelos cubren toda su epidermis. Un gris oscuro remplaza el
otrora verde brillante. Crecen protuberancias. Parece, que de un momento a
otro, su cuerpo fuese a explotar.
El proceso de la metamorfosis empieza a desarrollarse.
Debe buscar un sitio adecuado donde tejer su capullo de manera urgente.
Una
rama gruesa, fuertemente unida al tronco, forma un recoveco en forma de
horqueta; lo considera un lugar seguro. Decidido, trepa a cumplir su destino.
Antes, debe pasar por unas ramas llenas
de verdes y frondosas hojas.
Un huracán se desata, nuestro Gusano se aferra
con todas sus fuerzas. La rama es sacudida con violencia. La
hoja en la cual se encuentra
rígidamente adherido, se desprende. El viento; cada vez más turbulento, la
eleva más y más, hasta convertirla en un
lejano punto en el infinito, y termina perdiéndose, en la nada….
TOMÁS CASTRO PÉREZ (Autor,
Abril 21 - 2013)
1. ¿Por qué el Gusanito quería ser mariposa?
2. ¿En qué árbol nació el Gusanito?
3. ¿A cuántos enemigos se enfrentó el Gusano?
4. ¿Por qué añoraba su árbol?
5. ¿Cuáles eran las defensas del Gusano?
6. ¿Qué ocasionó el desplazamiento de su árbol?
7. ¿Logra el Gusano regresar a su árbol?
8. ¿Qué es la metamorfosis?
9. ¿Quiénes lo atacan en el promontorio?
10. ¿Qué ayudó al Gusano cuando se enfrentó al escorpión?
11. ¿Logró el Gusano convertirse en mariposa?
12. ¿Qué final le darías tú?